Burke no tiene experiencia especial en el procesamiento de sacerdotes abusadores, con lo que su designación para presidir el juicio contra Apuron resulta cuanto menos inusual
(Cameron Doody).- ¿Exilio para el cardenal Burke? El líder de la oposición al Papa Francisco ha llegado este miércoles a la isla de Guam –a más de 12.000 kilómetros de distancia de Roma– para presidir el juicio canónico de Anthony S. Apuron, el ex-arzobispo de Agana acusado de abusos a monaguillos en los años 70.
Apuron, de 71 años, debe responder a las denuncias interpuestas por tres hombres que le acusan de haberlas abusado sexualmente cuando eran niños. La madre de una cuarta víctima, que ya ha muerto, también acusa al arzobispo de haber abusado a su hijo. A pesar de que el prelado sigue insistiendo en su inocencia, y por el momento no ha sido acusado penalmente, fue suspendido de su cargo el pasado junio.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede, por el momento, se ha limitado a confirmar que un tribunal eclesiástico de primera instancia constituido el pasado octubre será encabezado por el purpurado estadounidense. No ha dado ninguna indicación respecto a cuánto tiempo el cardenal estará en Guam, ni qué destino puede esperar a su regreso. Cuatro obispos más se juntarán a Burke en ese tribunal, confirmó la Sala Stampa.
Según informa el Guam Daily Post, el cardenal Burke firmó un decreto el pasado 3 de febrero en el que pedía la comparecencia, para el día 16 de febrero en la cancillería diocesana en Agana, de uno de los acusadores de Apuron, Roland Sondia, «con el propósito de dar su testimonio» de los hechos. El equivalente en el derecho canónico a un fiscal y a un abogado defensor también estarán presentes en la vista, según escribió el cardenal. Un segundo documento, firmado el día 6, estipula que, de acuerdo con las normas canónicas, el proceso contra Apuron será «confidencial» y tendrá lugar «bajo el secreto pontificio».
En este primer decreto, el cardenal también hace mención de que llega a la remota isla del Pacífico occidental por indicación del cardenal Gerhard Müller, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como tal el encargado de coordinar la respuesta de la Iglesia a alegaciones de abusos contras su clérigos.
Burke, sin embargo -y a pesar de que fue Prefecto de la Signatura Apostólica, el «Tribunal Supremo» de la Iglesia- no tiene experiencia especial en el procesamiento de sacerdotes abusadores, con lo que su designación para presidir el juicio contra Apuron resulta cuanto menos inusual.
Corren los rumores de que el nuevo encargo del cardenal Burke se trata de una estrategia para alejarle de Roma y de las críticas al Papa Francisco. Una tesis que cobra fuerza al recordar que Burke ha sido destituido recientemente de todos sus cargos en la Curia romana como consecuencia de su descarada rebelión contra el pontífice en las controversias de las dubia y de la Orden de Malta.
Incluso en la esta última congregación, con la llegada allí del delegado pontificio, Angelo Becciu. Otros, en cambio, indican que se trata de una nueva oportunidad para el cardenal para practicar la penitencia y conversión a la que Francisco no cesa de llamar la Iglesia.